La creación del ITA ¿Una aventura inigualable?

Fines del año 2003. Los funcionarios de la Universidad Nacional de Tucumán acompañábamos al Señor Rector de la UNT, CPN Mario Marigliano, a un acto que se realizaba en la ciudad de Aguilares.  En el estrado, el Rector y el Intendente, don Agustín Fernández, compartían con el público sueños y promesas; yo estaba escuchándolos atentamente, cuando de pronto … ¡Díos mío! Escuché mi nombre unido a una de las futuras realizaciones que estaban anunciando: fundar una escuela técnica para que los adolescentes de esa ciudad y de sus alrededores tuvieran la posibilidad de cursar una carrera de nivel medio-profesional. Durante la cena de convivencia posterior al acto, ni la Secretaria Académica, Prof. Dra. Rita Wasserman de Cúneo, ni yo pudimos tragar bocado: ¡tal era el estado de inquietud y excitación que teníamos!; creo que tampoco pudimos dormir ni esa ni muchas noches más que seguirían al anuncio realizado. La promesa estaba hecha. Había que cumplirla. Y ¡cómo no! No sólo este proyecto era importante por su magnitud sino por su inserción en uno mayor: el de proyectar la acción de nuestra universidad en el SUR de la Provincia. Lo que teníamos eran las posibilidades  y garantías de concretarlo. Pues bien, aunque los planes venían ya de tiempo atrás con avanzadas conversaciones al respecto, había llegado el momento de concretarlos. Se reunían en esta empresa cuatro instituciones de distintos niveles y ámbitos: la Universidad Nacional de Tucumán, la Municipalidad de Aguilares, la Provincia de Tucumán y el Gobierno de la Nación, cada una a través de sus organismos correspondientes. Quiero destacar que fue -como pocas veces ocurre- un programa conjunto en el que cada institución respondió positivamente a la demanda y a la función esperada. Una vez armado el equipo y determinadas las áreas correspondientes de trabajo, nos abocamos a la concreción del proyecto… Recuerdo un día cualquiera del caluroso febrero de 2004, cuando instalada en el comedor de casa con la Prof. María Teresa Coronel, (miembro de la Comisión de Planes de Estudio, junto con el Arq. Horacio Fanlo y el Ing. Francisco Moreno Díaz) diagramamos en una hoja borrador las etapas de trabajo. Esa hoja fue el primer esbozo de la creación del ITA y Ma. Teresa y yo la donamos a la institución: una hoja humilde, escrita a mano alzada; una hoja que salió de nuestras manos a volar y se transformó -por la magia de los grandes deseos- en una institución que no sólo sería modernamente concebida en todos sus niveles y  áreas sino que  -y creo que es lo más importante- llevaba a la comunidad de Aguilares, y a los jóvenes especialmente, un mensaje de superación, de sueños por realizar, de maravilla y de concreciones en un futuro cercano. Entre los miembros responsables de la implementación de los Planes de Estudio bajo mi coordinación hubo de todo: acuerdos casi inmediatos, discusiones encarnizadas pero muy bien fundamentadas, argumentaciones y contrargumentaciones, expresiones de anhelo y actividades concretas, risas y llantos, elogios y retos, pero todo ello estaba fuertemente ligado a un objetivo fundamental: crear la institución; a éste se sometieron nuestras voluntades y de ese encuentro surgieron amistades que no se romperían ni debilitarían nunca porque, por encima de las pasiones, estuvo siempre la firme voluntad  y  capacidad de trabajar y concretar lo que nos habíamos propuesto. La aventura se transformó así en la mejor experiencia educativa de mi vida: no cualquiera tiene la oportunidad de ser instrumento y ejecutor de la creación de una escuela. Nosotros -todos los que participamos por la UNT, desde el Rector hasta el último agente – la tuvimos y sólo por eso estoy agradecida de haber sido incorporada al proyecto y de haber participado en él. La creación del ITA fue la prueba más contundente de éxito cuando fuerzas tan poderosas -reitero: Universidad, Municipalidad, Provincia y Nación- se unen y trabajan, con optimismo y decisión, por un bien común: la educación de los jóvenes, en un marco de calidad y esfuerzo máximos. Gracias a la acción conjunta y armónica, a fines de 2004 la Universidad Nacional de Tucumán, a través del Honorable Consejo Superior, aprobó la creación del Instituto Técnico Aguilares, que entró en funcionamiento al año siguiente, en marzo del 2005. ¡Nada mejor que haber sido partícipe de esta empresa que comenzó como una utopía! Porque en la conjunción equilibrada de concreciones e ideales, es posible generar las condiciones adecuadas a fin de contar en el futuro con seres humanos honestos, auténticos y capacitados para enfrentar la dura y compleja realidad de nuestros tiempos. Comienzos del año 2015. A diez años de la fundación del Instituto Técnico de Aguilares y con egresados que son el mejor exponente de los logros obtenidos, sentimos que la misión ha sido cumplida; pero ésta no ha terminado: están las nuevas generaciones para continuar y mejorar la institución a niveles óptimos. Ojalá que el futuro demuestre que hemos contribuido a mejorar las condiciones culturales y educativas de Aguilares, ciudad instalada en lo más profundo de mis afectos.

Prof. Dra. Mirta Estela Assis de Rojo

Ex- Directora del Consejo de Escuelas Experimentales

Universidad Nacional de Tucumán